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arrieritossomos

OCHO

Es como si todos los minutos de mi vida se pararan de pie y gritaran cogidos de la mano, como si todo lo que hay de rebelde, de bohemio y de iconoclasta en este yo que ahora escribe y cuenta todos los minutos de su vida que se paran de pie y gritan cogidos de la mano dijera un gran no: rotundo y definitivo. La vida tiene que ser más que esta rutina, más que esta complacencia de domingo por la tarde, más que este animal domesticado que se deja acariciar el lomo y que se llama tiempo o dios o nada. Es como si de repente hubiera encontrado el camino y prefiriera quedarme sentado al borde del camino. Como aquel niño que bebe gotas de lluvia con los brazos abiertos, como un cristo absurdo que da vueltas y rie y da vueltas.

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