Grasas
Cuando pienso en el grasas siempre recuerdo una anecdota. Estábamos los dos en la puerta de un bar, borrachos por supuesto, cuando una chica se le acercó para saludarle (creo que iban juntos a clase). El grasas, genio y figura, le dio la mano y empezó a alabar su belleza: Qué ojos más bonitos tienes!, Que pelo tan sedoso!, Que piel tan suave! (aquí la chica ya se empezó a incomodar) Que pechos tan enhiestos! (mirada de horror de la chica) Que buena estas!...voy a masturbarme un rato y ahora vuelvo.
Lo último que sé de él es que entró a trabajar en la empresa de su padre. Dicen que ahora se llama José María.
Lo último que sé de él es que entró a trabajar en la empresa de su padre. Dicen que ahora se llama José María.
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